Ronda el TIAR o Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, cual espíritu burlón para superar la profunda crisis en que está sumida nuestra amada Patria. La narcotiranía reniega de una fuerza interamericana de Estados democráticos, pero se le coloca en decúbito ventral a cuanto bicho de uña, iraní, del G-2 cubano, ruso de Putin, chino de Xi Jinping, bielorruso de Lukashenko, terrorista de Hezbollah –como veremos– viene a Venezuela a participar del saqueo de nuestro patrimonio público.
La victoria de la dupla María Corina Machado-Edmundo González Urrutia, en las elecciones del pasado 28 de julio está fuera de duda.
El martes pasado, la “Fundación Carter”, pruebas al canto, corroboró que González Urrutia es el legítimo Presidente electo de Venezuela. Antes, lo habían hecho viejos aliados que ahora abjuran del Narcotirano: Josep Borrell, canciller de la Unión Europea; Celso Amorín, enviado especial de Lula da Silva a las elecciones del 28 de julio y hombre de confianza del referido mandatario de la nación vecina.
Petro y su ministro del Exterior, han hecho lo mismo, aunque a su manera. Dicen que hasta tanto el aspirante a la reelección no exhiba las actas correspondientes no le volverán a conferir trato de jefe de Estado. Papa Pancho I, que más sabe por Papa que por diablo, ha condenado sin vacilar las dictaduras, aunque no se ha referido, en específico, al referido dictador.
Volviendo al asunto de las actas, ocurre que, las únicas subsistentes al día de hoy, son las publicadas por María Corina Machado. Las físicas, supuestamente entregadas por el CNE al Tribunal Supremo de Justicia, TSJ ya fueron mutiladas, destruidas, tiradas al tacho de la basura por sus pretendidos auditores designados por el propio TSJ.
Ante la realidad espesa y concreta de la derrota, la respuesta del usurpador y sus áulicos, ha sido la represión. El asesinato, la tortura, el secuestro, la desaparición forzada de los opositores. Niños, mujeres y ancianos, incluidos. Los ataques a las redes sociales, a los medios de comunicación. Los apagones, de electricidad, teléfonos, de Internet. Los cortes de agua. Eso en lo interno, porque en lo externo el usurpador ha recurrido a la diplomacia del insulto. Las más respetables damas que han alzado sus voces han sido víctimas de su coprolalia por el solo hecho de calificar de fraude sus patrañas del 28 de julio. Con los dirigentes hombres, ha sido más prudente por pusilánime.
La guinda del pastel de estos últimos meses la ha colocado el propio Narcotirano, al presentarles condolencias a un considerable número de integrantes del Hezbollah, que pululan por Venezuela. Ocurrió con motivo de la baja del líder de esa organización, Hasan Nasrallah. Damos por sentado que el lloriqueo de quien no quiere ni a su abuela, no fue por afecto sino por mirarse en el espejo de Nasrallah.
La razón de ser de la mencionada agrupación terrorista –o de resistencia, como pretenden edulcorarla—, es la devolución de los territorios de Líbano, que se dicen ocupados arbitrariamente por los judios ¿Qué hacen, entonces, en Venezuela, esos extranjeros, pronunciando soflamas cuartelarias, interviniendo, con jactancia, en nuestros asuntos internos? Ni que Beirut estuviera en Ocumare del Tuy o Porlamar en Galilea.
El narcotirano es un franquiciado del terrorismo islámico. Obstáculo para la paz de Venezuela y obstáculo para la paz del Oriente Medio.
El próximo 10 de enero, Edmundo González, de presidente electo, pasará, ope lege, a la condición de Presidente en ejercicio. Lo deseable es que su toma de posesión se celebre en Caracas con apego a la Constitución. Caso contrario, el nuevo jefe de Estado, aun desde el exilio, estará obligado a reinsertar Venezuela en el Tratado Interamericano de Asistencia Regional, TIAR, y de inmediato, solicitar a los signatarios de este último que estime idóneos, los auxilios previstos en la Convención en referencia. No cabe votación, ni cabildeo alguno en tal escenario. El auxilio procede a mero requerimiento de la nación agredida (cfr. artículo 3.3).
¿Amenazaban con no salir del Poder de perder las elecciones? Pues ahí, lo tienen, no saldrán ni por las malas ni por las buenas. Serán echados por las “mejores”. A punta del TIAR.
@omarestacio
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