Por Germán Carías/GCIDA2023©️
Capitulo I
En una lejana galaxia de cuyo nombre no quiero acordarme, se encuentra la sede de La Liga, lugar en el cual se reúnen los más grandes súper héroes. En el laboratorio, donde se perfeccionan las habilidades de los agremiados, se elabora la fórmula secreta que le otorgará capacidades extraordinarias al nuevo paladín justiciero, que por órdenes del presidente Chavetón, debe ser el mejor y más inteligente.
Chavetón que se convirtió en líder al perpetrar un “Golpe” o mejor dicho por tratar de hacerlo, aunque en la intentona una de las mini turbinas de su traje volador falló, por lo que fracasó en la toma del castillo del rey maligno, lo que le provocó un síndrome diarreico y el remoquete del “héroe del museo”. Es decir, que no hubo “Golpe” al caer en un museo de los ancestros de los fundadores de La Liga y fallar estrepitosamente en el objetivo.
Pero aquel revés llevó al despiadado Chavetón, a ser la figura más popular, y aunque fue encarcelado consiguió un indulto del longevo mandatario Caldrano. Y luego con la ayuda del “cagalitroso” comandante supremo Castrol, logró imponerse en las elecciones de la Súper Liga. Ahora el presidente Chavetón, había decidido que se le asignaran grandes poderes a Bigote Panzón, para salvar a uno de los planetas más prósperos, la bella Veneluz.
— Presidente Chavetón, le dimos a Bigote Panzón, el súper poder de comerse tres reinas pepiadas con dos batidos de lechosa sin pestañear. Alzaba la voz Miquellano un científico que antes estuvo en las guerrillas de Faltón.
— Pero ese no será el único poder, porque queremos a alguien fuera de serie, como mi mismo pues. Rezongaba Chavetón.
— Como cree amado líder, dejamos lo mejor para el final, Bigote Panzón, será el mejor chofer de bus galáctico de la historia.
Chavetón tenía todas su esperanzas puestas en el proyecto al que llamó “Eje Torinoco-Aprume”. Eran dos de las ciudades con más riquezas de Veneluz. Así que, Bigote Panzón, cuidaría de ellas. Es por lo que desde hace tiempo, el decrépito Castrol, quería anexar el próspero planeta Veneluz al suyo que estaba en ruinas, La Isla Cubangüa. Así que adoctrinó al tonto útil de Chavetón. Pero el locuaz líder se hacía cada vez más popular y eso no le convenía a Castrol. Por ahora el presidente Chavetón era el manda más, aunque no sería por mucho tiempo.
— ¡Fo! ¿Que le pusieron a esa fórmula? El Bigotón Panzón tiene halitosis y le hieden las axilas. Tosía Chavetón.
— Nada jefe. Es que Bigote Panzón se tomó un sancocho piche y comenzó a sudar por la guasacaca picante que le puso a la sopa.
— Denle un baño y lávenle los dientes así sea con jabón “Las Llaves”. Reía a mandíbula batiente Chavetón.
Castrol sabía que no le convenía el liderazgo logrado por Chavetón. Con alevosía trazó un plan para que Bigote Panzón siguiera sus órdenes. En una empresa farmacéutica de La Isla Cubangüa llamada “El Último Récipe”, unos boticarios prepararon un menjunje, el cual producía el efecto en la persona que lo tomara de idolatría por Castrol. La receta estaba ciento por ciento garantizada por los científicos. En una filtración de información muchos se enteraron que para lograr ese resultado terapéutico usaron pelo de la barba y restos del pañal de Castrol.
Cierto es que el Comandante Castrol Ruco, dejó de ser aquel mozalbete que tenía a la mujer que se le antojara, ahora estaba confinado a andar con pañal por una enfermedad que no lo dejaba defecar normalmente. Fue así como la muchachada comenzó a llamarlo “el cagalitroso”.
Y sigilosamente Castrol, entró al laboratorio de la Súper Liga. Aprovechó que Chavetón, transmitía desde los estudios de televisión su acostumbrado programa “Jala Pero No Te Guindes” #10.587. Era obligatorio verlo y si Chavetón, se topaba con alguien y no le hablaba del tema del show, podría perder hasta la vida. Castrol estaba incómodo se sentía indispuesto. Se debía a que tuvo que salir corriendo de Palacio pero un calambre en el bajo vientre causó un desatinado catástrofe que terminó por ensuciar su pañal.
— No se aguanta el mal olor en este lugar, será que Bigote Panzón botó las caraotas en el excusado. Asqueaba Wistón Bacinilla velador del Laboratorio.
Castrol disparó una jeringa con sedante desde una pistola de aire comprimido. Pero en lugar de pegarle en el glúteo, como habían especificado los galenos de “El Último Récipe, le atinó en un testículo, por cierto el más grande, lo que causó en Bacinilla un dolor espantoso. El alarido cimbró los cimientos del lugar, aunque con la suerte que nadie escuchó por tener puestos audífonos para no oír lo que decía Chavetón. Para lograr su cometido tenía que colocar un parche transdérmico en la nuca de Bigote Panzón. El parche era imperceptible a la vista por su color carne translúcido, que trabajaba mejor al colocarse en piel húmeda y se adhería a la epidermis con cientos de diminutas agujas. Ya Wistón Bacinilla, parecía que recuperaba la conciencia, pero gracias al exceso de tejido adiposo y dermis sudorosa de Panzón, le resultó fácil a Castrol, colocar el trozo de lienzo medicamentoso.
Y con paso ligero, pero con cuidado de no resbalar por la senectud, Castrol, abandonó las instalaciones de la Súper Liga. Ahora solamente queda esperar.
Continuará…
Lo invitamos a leer la próxima semana otro capítulo.
Es un cachalote, es un paquidermo, no… Es Bigote Panzón… Más rápido que “guachiman” nocturno de banco, más fuerte que el ego de Chavetón, es…Bigote Panzón.
Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.
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