Oriunda del muy humilde barrio, “Hornos de Cal”, Caracas, siempre fue y seguirá siendo, “palera”, bruja, hechicera o ejecutante de magia negra y otros ritos satánicos. Los de su actual preferencia, incinerar un lote de muñecos de trapo a quienes traslada su incontenible ira contra los sedicentes próceres de la mal llamada Revolución Bolivariana. Tanta corrupción, ineptitud, indolencia, miseria, hambre, enardecen a cualquiera:
- A este, gordiflón, lisiado mental y moral, con ese bigotote tiznado de negro a pulso de “Igotint” -se dice para sus adentros y sus afueras la nonagenaria- le meto esta megaaguja por el mismísimo… “Igotint” y pa´ la candela que es lo que se merece ¡Que se achicharre en la hoguera a fuego lento, como este otro grupo de generalotes, muy madrinos, envilecidos, ladrones, guapos con parroquianos desarmados, pero correlones, asustadizos y proclives a la capitulación, en el lance de igual a igual!
¿Cree el lector, que por mucho que la referida "inocente abuelita” repita y repita tales conjuros cada mañana, puede ser penalizada por “intento” de asesinato?
Es el caso, mutatis mutandi, del lunático o tarifado que noches atrás gatilló por dos veces su pistola, pero sin ninguna posibilidad que esta última vomitara su carga de muerte, porque el supuesto asesino, no había apalancado proyectil alguno hasta la recámara del arma.
“Tentativa inidónea”. El peor cursante de la asignatura, “Derecho Penal, parte general”, sabe a lo que me refiero. Ex post, ni la hechicera ni el supuesto magnicida produjeron el mal que cabía esperar. Nunca pudieron producirlo de ninguna manera. Ninguno de los dos puede ser penado, por tentativa de asesinato. Por algún delito menor, quizás.
La perturbación que representa, para Argentina, Cristina Fernández viuda de Kirchner, como Vicepresidenta y senadora, como dirigente político, pero más que todo, como redomada cleptócrata, es asunto de la exclusiva incumbencia de nuestros hermanos argentinos. No obstante, me he tomado la licencia de dragonear sobre su pretendido magnicidio, porque los venezolanos, no olvidamos, que la “doñita” se sumó de manera muy dinámica al saqueo de Venezuela. No lo olvidamos, ni lo olvidaremos. En particular cuando nos enteramos del más reciente lote de niñitos venezolanos muertos, en el “Tapón de Darién“, algunos. Otros, en el altiplano boliviano y el resto, en cualquier balsa en medio del océano, huyendo, con sus hermanitos, padres y abuelos de las desgracias desencadenadas por la pandilla que usurpa el Poder en Venezuela. Invitar a la rebatiña a, los Castro, Lula Da Silva, Zapatero, a los Ortega, marido y mujer, Correa, Evo Morales, Putin, Xi Jinping, Erdogan, Mahmud Ahmadineyad y a la señora de Kirchner envalentonó al par de cobardes conformado por Chávez y su sucesor. Carecian, por sí solos, de los testículos suficientes, para arrasar como han arrasado con mi amada Venezuela y aquí llegamos adonde no quisiéramos haber llegado: Que en medio del nuevo escándalo judicial por el enésimo episodio de corrupción protagonizado por doña Cristina, surge el muy censurable culebrón de su pretendido asesinato. Tengo para mí, sin embargo, que este último por improbable o “inidóneo” fue malabarismo para convertir a una victimaria (eufemismo de alguna palabra más gruesa) en supuesta víctima.
Los caraqueños de mi tiempo nos reímos mucho con el relato del vago, que al verse compelido a casarse con la viuda rica, 30 años mayor que él, llora borracho en la barra de un botiquín.
- No llores. Apenas contraigas matrimonio -le aconseja otro vago- hazle el amor de lunes a domingo, mañana, tarde y noche, sin faltar ni una vez, para que veas que esa vieja no aguanta y a los 90 días “estira la pata”.
Transcurren los primeros 89 días y el consejero oficioso visita la casa del amigo para comprobar cómo marchan las cosas. Le abre la puerta un hombre demacrado, cetrino, quien a muy duras penas se desplaza en una silla de ruedas. Es lo que ha quedado del recién casado. Como música de fondo una vigorosa voz de soprano interpreta, “L´amour est un oiseau rebelle”, celebérrima aria de, “Carmen”, de Georges Bizet.
- Y esa cantante, tan picarona que se escucha, a capella ¿Cómo se llama? - pregunta el pretendido consejero.
- Es la vieja, “esa”. Está muy contenta. No sabe que, hoy, es el día 89 y por consiguiente, mañana “pasa el páramo”.
Según las circunstancias, en lugar de asesinarlas, algunas pistolas reviven a cierta clase de señoronas.
@omarestacio
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