El mes que viene, se cumple el 22º aniversario de la masacre de Srebrenica. Dos años antes (Abril de 1993) la ciudad, había sido declarada,“Área Segura”, durante la inspección in loco, dispensada por el Consejo de Seguridad de NN. UU.. Lo que no fue impedimento, ninguno, para que, Ratko Mladic, jefe de Estado Mayor del Ejército serbio, en el fragor de la llamada, Guerra de los Balcanes, asesinara, del 11 al 13 de julio de 1995, ocho mil personas de la etnia bosnia-musulmán, niños, gran parte de las víctimas.
Diego Arria, activista, diplomático, escritor con calidad de página, acaba de publicar, “Guerra y Terrorismo en el Corazón de Europa. Testimonio de un presidente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”, ediciones EJV, Internacional, Nueva York, 2022. Un libro cuya vigencia sube de punto, en la actual coyuntura internacional.
El humano, es un ser mal construido por fuera y por dentro. Sobre todo, esto último. El “¡Nunca más!” que se escuchó al concluir la Segunda Guerra Mundial, retumbó cinco décadas, después, al cesar la confrontación armada en la ex Yugoslavia. Sin embargo, ese mismo dolor acaba de rasgar de arriba a abajo el firmamento, con motivo de la invasión de rusa a Ucrania, con su andanada de crímenes contra los Convenios de, Ginebra, de Roma y los Protocolos adicionales, contentivos de las principales cánones que intentan, limitar la barbarie en los conflictos armados.
Diego, siempre ha sido un hombre sin dobleces. Lo fue, en sus tiempos de gobernador de Caracas (1974); de candidato a la presidencia de la República (1978); lo ha sido y sigue siendo en su disidencia enhiesta, sin intermitencias, sin bisagras en el espinazo, ante la narcotiranía que ha saqueado y hecho tierra arrasada de nuestra amada Patria, estos nefastos, 23 años. Nada extraño, por consiguiente, que la gestión de, Diego, al frente de la misión de Venezuela ante NN. UU., incluida la presidencia del Consejo de Seguridad del ente multilateral, haya estado signada por lo no convencional, por sus improntas, como la “Fórmula Arria”, así llamada en justo reconocimiento a su afán de revolucionar las cosas. Novísima modalidad, hoy institucionalizada, de sesionar de manera ágil, expedita, menos formal, pero sobre todo, a salvo de los obstruccionistas vetos de los miembros permanentes del Consejo en cuestión.
Cuando NN. UU., se hizo presente en ex Yugoslavia a través de la ya referida inspección, in loco, quien la presidió fue, el Diego Arria, de siempre. Vehemente, tozudo, con sus brazadas, río arriba, se opuso a lo que denunció como el apartheid étnico-religioso, patrocinado por la propia NN. UU.. Sobre todo, alzó la voz contra lo que calificó con acierto, como “genocidio en cámara lenta” en perjuicio de la población bosnia-musulmán. Los mismos miembros permanentes del Consejo de Seguridad, cada uno por su lado, mantuvieron la negativa de levantarle a las fuerzas militares bosnias, un caprichoso embargo de armas, pese a que las huestes adversarias, encabezadas por el carnicero Sloboban Milósevic, presidente de Serbia, estaban pertrechadas hasta los dientes. La consiguiente indefensión de las víctimas y la subsecuente masacre, fue cuestión de mero trámite.
“Guerra y Terrorismo en el Corazón de Europa” es una severa requisitoria contra los culpables, por acción u omisión, del genocidio en la ex Yugoslavia. Pero, más que eso, es una admonición desde las mismísimas entrañas del monstruo, contra el ambiguo accionar de NN. UU..
El relato de Diego con rigorismo histórico, tiene particular interés para, nosotros, los abogados. Mucho después del alto al fuego en los Balcanes, el ya exembajador compareció en dos de los interesantísimos procesos seguidos, ante el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia que, él, mismo, contribuyó a crear. En el primero, como testigo de cargo, contra Milósevic, quien murió por quebrantos de salud mientras estaba detenido para ser juzgado. También como testigo, en el segundo. Pero a diferencia, que fue promovido por la defensa del acusado, Naser Oric, comandante y héroe de las fuerzas bosnias, exonerado horas apenas, de rendido el referido testimonio. Además, el mismo representante de la vindicta internacional, en un tercer proceso, el IT-09-92, invocó la fuerza probatoria de los testimonios de Diego, para oponerse una pretendida morigeración del régimen de privación preventiva de la libertad del general Mladic, referido supra, a la postre condenado a cadena perpetua por sus crímenes en masa.
Dicho sea muy de paso. Los exembajadores, de Rusia, Francia, Hungría, Nueva Zelanda y Pakistán, restantes miembros de la misión que presidió Diego en aquel abril de 1993, evadieron acudir al citado tribunal ad-hoc, para rendir declaración judicial de lo que presenciaron en la referida gira. Es el pusilánime, del nada veo, nada oigo, nada digo, muy propio de cierta diplomacia que aspira a estar bien, con Dios y con el Diablo, pero que termina de proxeneta de este último.
Los narcosátrapas que usurpan el Poder en Venezuela, sus cómplices, facilitadores, los que se han beneficiado y se siguen beneficiando de sus fechorías, están “retratados” en, “Guerra y Terrorismo en el Corazón de Europa” de Diego Arria. Deberían comprarlo y leerlo (pueden hacerlo, fácilmente, a través la plataforma Kindle de Amazon por módicos USD 9,99).
No es una mala inversión, que sepan lo que les espera.
@omarestacio
No hay comentarios:
Publicar un comentario