Ciudad de México, México jueves 20 de enero de 2022 (AP) — Hace décadas, activistas mexicanas de la frontera con Estados Unidos cruzaban en camionetas con mujeres que querían abortar hasta las clínicas de California, ante la imposibilidad de interrumpir su embarazo en México, que tenía leyes más restrictivas. Ahora la ayuda viaja en sentido contrario, del sur al norte, y pretende expandirse.
El cambio de dinámica tiene que ver con las nuevas tendencias legales de cada país, que van en sentido contrario, y con la experiencia de las activistas mexicanas para esquivar todo tipo de trabas legales y sociales.
En septiembre, la Suprema Corte de Justicia de México —un país profundamente católico— sentenció que el aborto no es un crimen y abrió la puerta a su despenalización total poco a poco. Ese mismo mes, Texas se convertía en el lugar de Estados Unidos con más restricciones para abortar y más de dos decenas de estados están listos para vetar la interrupción voluntaria del embarazo si la Corte Suprema estadounidense, como se prevé, anula este año la histórica decisión de 1973 que lo despenalizaba.
Por eso, colectivos de ambos lados de la frontera se reúnen esta semana para establecer estrategias que permitan esquivar las prohibiciones y poder ayudar a las mujeres en territorio estadounidense que deseen abortar en casa de forma segura y con medicamentos que son más fáciles de conseguir en México.
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